Tormenta sin precedentes en el Consejo Europeo en desafío para Donald Tusk
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Si hubiera lógica entre los líderes europeos, y sentido de la generosidad, se hubiera dejado a Angela Merkel ser presidenta de la Comisión Europea y a la vez canciller de Alemania, con Frans Timmermans, como adjunto o vicepresidente. Pero el espíritu florentino no existe en esta Bruselas, que es más hosca y ruda de lo que parece.
Domingo muy largo, en modo confesionario -el sistema que adora Donald Tusk-, cumbre extraordinaria del Consejo Europeo suspendida y encallada, y noche/madrugada de café y reuniones sin tregua, la llamada conferencia pijama.
Julio amaneció con luces rojas, sin acuerdo y desconcierto en las Bolsas de Europa, que dudan entre una lectura en positivo del G20 y se resisten a aceptar las fisuras en el bloque de la Unión. La clave gira sobre el socialista holandés Frans Timmermans (segunda lista más votada) y la oposición de los gobiernos del Partido Popular Europeo (PPE). Todo en vilo sin descartar nuevas rondas de contacto o, incluso, una nueva cumbre europea.
Atención a una agenda política y económica de desafíos de vértigo: la posible consumación del Brexit, el riesgo de una guerra comercial con Estados Unidos, la negociación del marco presupuestario para 2021-2027 y los expedientes por la presunta deriva autoritaria de socios como Polonia y Hungría.
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