Matteo Renzi, de la cumbre con Barack Obama a una caída en picado
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Bofetada en toda regla a Mario Renzi. Desde un primer momento todos los sondeos a pie de urna apuntaron un escenario de desastre. Las encuestas ya habían señalado en esa dirección. Mario Renzi no tuvo otra alternativa que la de su dimisión al confirmase su derrota al filo de la media noche.
En el Palacio Chigi, sede del Gobierno, se vivieron horas amargas. Matteo Renzi avanzó su dimisión irrevocable ante el presidente de la República, Sergio Mattarella. Asumió su derrota, que supone un revés en toda regla a su ambición política. Y aseguró que no está dispuesto a arrastrarse con su autoridad politica destruída.
Para analistas en Italia, fue un KO con varios padres. Los electores, con un rechazo transversal por diferentes motivos, se negaron a una drástica reducción de poderes del Senado y una recentralización de competencias desde las regiones al Gobierno de Roma.
Todas las expectativas están abiertas con incertidumbre a medio plazo y riesgo de nuevas elecciones. Muchos dudan sobre pactos que puedan sostener la legisatura hasta febrero de 2018, la fecha de su fin. Lluvia de críticas sobre Matteo Renzi de toda la oposición: Forza Italia, de Silvio Berlusconi; Movimiento 5 Estrellas, de Beppe Grillo; y los diversos líderes de la Liga Norte.
Matteo Renzi tenía además sus propios enemigos. Siempre ha estado bajo fuego amigo. No se le ha perdonado en su partido su ambición para desbancar a Enrico Letta, un golpe en toda regla contra un compañero.
El secretario de la Liga Norte, Matteo Salvini -el equivalente a a Marie Le Pen en Francia- exigió elecciones inmediatas y reivindicó el éxito del levantamiento contra Matteo Renzi. Salvini erró. Es inexacto decir que en Italia se vivió una insurrección populista. Precisamente a muchos la reforma no gustaba por destruir los factores de equilibrio institucional.
Una posible salida a esta crisis es la de rehacer, con un nuevo liderazgo, la actual coalición entre el Partido Demócrata y el Nuevo Centroderecha. Aprobar los presupuestos y modificar la ley electoral serían sus misiones esenciales. Mario Draghi observa con atención esta nueva crisis de Italia, el tercer pilar del euro.
- Ver también, Las Bolsas valoraron el éxito en Austria y evitaron pesimismo en Italia (Hechos de Hoy)
En el Palacio Chigi, sede del Gobierno, se vivieron horas amargas. Matteo Renzi avanzó su dimisión irrevocable ante el presidente de la República, Sergio Mattarella. Asumió su derrota, que supone un revés en toda regla a su ambición política. Y aseguró que no está dispuesto a arrastrarse con su autoridad politica destruída.
Para analistas en Italia, fue un KO con varios padres. Los electores, con un rechazo transversal por diferentes motivos, se negaron a una drástica reducción de poderes del Senado y una recentralización de competencias desde las regiones al Gobierno de Roma.
Todas las expectativas están abiertas con incertidumbre a medio plazo y riesgo de nuevas elecciones. Muchos dudan sobre pactos que puedan sostener la legisatura hasta febrero de 2018, la fecha de su fin. Lluvia de críticas sobre Matteo Renzi de toda la oposición: Forza Italia, de Silvio Berlusconi; Movimiento 5 Estrellas, de Beppe Grillo; y los diversos líderes de la Liga Norte.
Matteo Renzi tenía además sus propios enemigos. Siempre ha estado bajo fuego amigo. No se le ha perdonado en su partido su ambición para desbancar a Enrico Letta, un golpe en toda regla contra un compañero.
El secretario de la Liga Norte, Matteo Salvini -el equivalente a a Marie Le Pen en Francia- exigió elecciones inmediatas y reivindicó el éxito del levantamiento contra Matteo Renzi. Salvini erró. Es inexacto decir que en Italia se vivió una insurrección populista. Precisamente a muchos la reforma no gustaba por destruir los factores de equilibrio institucional.
Una posible salida a esta crisis es la de rehacer, con un nuevo liderazgo, la actual coalición entre el Partido Demócrata y el Nuevo Centroderecha. Aprobar los presupuestos y modificar la ley electoral serían sus misiones esenciales. Mario Draghi observa con atención esta nueva crisis de Italia, el tercer pilar del euro.
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