Un lazo negro en homenaje a los jóvenes asesinados en Nicaragua
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"Permítanme dedicar este premio a la memoria de los nicaragüenses que en los últimos días han sido asesinados en las calles por reclamar justicia y democracia, y a los miles de jóvenes que siguen luchando sin más armas que sus ideales porque Nicaragua vuelva a ser república", fueron las palabras de Sergio Ramírez. Quien formó parte, como vicepresidente del primer gobierno de Daniel Ortega (1895-1990), dedicó el Premio Cervantes a quienes han sido asesinados, en su mayor parte jóvenes universitarios, "por salir a la calle a reclamar justicia y democracia".
Desde Puerto Rico y República Dominicana en el Caribe, a México y Centroamérica, toda la atención al dramático vuelco político en Nicaragua donde, por primera vez desde la revolución sandinista de 1979, Daniel Ortega y el FSLN (el Frente Sandinista de Liberación Nacional) han perdido el control del país y la iniciativa política.
En las paradojas crueles de la historia, Daniel Ortega utilizó el mismo burdo argumentario de las horas negras de la dictadura de Anastasio Somoza Debayle. Reprimió de forma salvaje, con Policía apoyada por Ejército, la protesta pacífica de los jóvenes universitarios. Lanzando a la vez a las llamas turbas, los colectivos fanáticos del FSLN, al saqueo de comercios en todas las ciudades del país. Daniel Ortega y Rosario Murillo (la esposa y vicepresidenta, figura clave en la corrupción política y moral) buscaban así crear una crisis entre los empresarios, el Consejo Superior de la Empresa Privada (COSEP), y los jóvenes universitarios.
En la noche del domingo 22, Daniel Ortega, en nuevo mensaje al país, anunció que las reformas del Seguro Social (en el origen de las protestas) fueron revocadas por el Consejo Directivo del INSS (Instituto Nicaragüense de Seguridad Social). Sin embargo, la crisis superó este marco. Diferentes organizaciones empresariales convocaron una gran marcha nacional en Managua de apoyo a los jóvenes universitarios. La COSEP la respaldó.
Daniel Ortega no solo perdió la capacidad política sino también moral. Afronta el único dilema de dejar de forma ordenada y pacífica todo el poder acumulado, o simplemente irse como sucedió con Anastasio Somoza Debayle.
Solamente un proceso de diálogo nacional, que incluya la renuncia de Daniel Ortega, una transición pacífica, y la convocatoria de elecciones libres, aparecen como alternativas. Los jóvenes universitarios, los sectores académicos, la Conferencia Episcopal (CEN) y los empresarios, los nuevos protagonistas de Nicaragua. Un espejo para Venezuela y un aviso a Cuba. La represión, el intenso dolor y el sufrimiento de las familias es inaceptable. Un escándalo que sacude a toda la región de Centroamérica..
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